PUBLICADO POR PRIMERA VEZ EN 2001.Con la esperanza que aun conserve una pizca de vigencia extensiva al terreno de la política criolla de las últimas semanas.
Hijo mío:Tal vez
esta carta esté fuera de tiempo por tus escasos seis años, y tal vez tu pobre
padre ya sea víctima de la neurosis que traen aparejados los años, pero es mi
deseo que cuando consigas aprender a leer - que en eso ya andas - este sea uno
de tus primeros materiales de lectura. Recuerdo lo mucho que te agradaba la
idea de ir a la escuela, al igual que a la mayoría de los infantes. Y espero
que ese ímpetu no sea echado por tierra como generalmente ocurre por causas que
nadie se ha tomado la molestia aún de establecer.¿ Algún maestro malo, diríamos
? ¿ O, peor aún, un ambiente escolar escaso de estímulos? No quiero buscar
culpables. Y aprovechando que, como dicen , escribir es el mejor exorcismo para
los demonios y las dudas, quiero encontrar y compartir contigo una sencilla
explicación para la violencia que se hace dueña de las escuelas de la ciudad.
Es una respuesta personal, que no necesariamente tiene que ser compartida por
el resto de nuestros congéneres, pero que no por personal carece de valor : Las
opiniones, al igual que los ideales, fundamentan su valor en el grado de fe que
les profesamos.La actual violencia estudiantil es consecuencia directa del
fracaso educativo que sufre el país. Los jóvenes de hoy despliegan tal pobreza
intelectual, tal carencia en el manejo de las ideas, que no resulta demasiado
difícil vislumbrar el origen de la tragedia. Inmersos en un hedonismo ramplón y
alérgicos a los esfuerzos de la lectura, atesoran la sarta de prejuicios que
les brinda la televisión y la música estridente que es material común en los
busitos que los llevan y traen de la escuela. Asombra, sin embargo, el grado de
apego que demuestran al defender este material - sus prejuicios -.Pero, ojo,
que el ardor con que los defienden no es convicción, es temor : cada prejuicio
que les echen por tierra aumenta su vacío intelectual; es una clavija menos
para sostener tan pobre existencia.Espero que perdure en tí, hijo mío, ese
interés que has demostrado por los libros. Sólo ellos te darán la capacidad
para moverte en el terreno de las ideas y te harán partícipe del enorme legado
que han dejado otros que vivieron antes que tú. Sólo ellos permitirán que tu
panorama vital se extienda más alla de las cuatro paredes, estrechas por
cierto, de la ignorancia y el prejuicio.Hijo, los muchachos que viste en los
noticiarios, y todo aquél que se entrega al argumento fácil de la violencia -
que son muchos y no salen necesariamente en la televisión - son violentos
porque son intolerantes. Y son intolerantes porque son presa fácil del
dogmatismo. ¿Pero, qué es un dogma ? preguntarás con la sana curiosidad de tus
escasos años. Un dogma es aquello que tenemos por principio inalterable, aunque
no sepamos explicar el por qué y el para qué. Dogma es lo que llevó al
asesinato de millones de judíos durante la segunda guerra mundial; dogma es lo
que propició establecer la esclavitud como un comportamiento común a la llegada
de los conquistadores por estos lares; dogma es lo que lleva a pensar a ciertos
fanáticos que las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. Y los
dogmáticos lo son porque al carecer de las herramientas intelectuales que brinda
una efectiva educación, están inhabilitados para la adquisición de ideas (
hacerse de estas últimas representa un esfuerzo monumental para el cual , con
razón, se sienten incapacitados). Comprenderás, hijo mío, que un individuo así,
carente de todo recurso para ejercitarse en el debate, recurra a la única
opción posible para defender su escuálido patrimonio: la violencia.Claro que no
todo es tan simple como aquí te lo planteo. El mundo es variopinto y
extremadamente complicado. Lo simplificamos para poder entenderlo. El problema
de la violencia juvenil tiene muchas otras aristas: la violencia doméstica, los
malos ejemplos a que están expuestos los pequeños, las frustraciones...qué se
yo. También los padres tenemos mucha de la responsabilidad en este problema.
Hemos echado la responsabilidad de la educación en hombros de la escuela y le
hemos sacado el cuerpo al asunto. Cerramos los ojos ante nuestras
responsabilidades como si cerrándolos fueran a desaparecer. Por mi parte te
pido un poco de comprensión : todos llegamos a la paternidad carentes de
experiencia. Solo una vez que estamos en camino comprendemos lo difícil que fue
el camino para nuestros padres. Y comprendemos, entonces, valga la redundancia,
que la comprensión es uno de los primeros pasos en la búsqueda de soluciones.
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