sábado, 20 de agosto de 2016

Gobierno de compinches.

   Esa encuesta que anda por ahi, que dizque sitúa a nuestro presidente en la quinta posición de los mandatarios centroamericanos peor evaluados, debe ser una campaña montada por una sarta de envidiosos. De los enemigos acérrimos de la igualdad de oportunidades. ¡Si, Como lo leyó! De esos grupejos pretenciosos que se oponen a la igualdad de oportunidades. Porque si algo ha demostrado esta administración es una apertura total a que gente sin la menor idea de lo que hace, ocupe los puestos de mayor autoridad – y mayores salarios-. Ya no hace falta ser brillante- qué digo brillante-; ya no hace falta ser medianamente inteligente para ocupar los cargos de mayor envergadura y mayores salarios. Y eso es un logro político y democrático: cualquier mediocre ocupando puesto de mando y jurisdicción desde el cual, además, se decide el futuro de la nación.
La idea y el propósito ahora no es jactarse de logros, ni siquiera llevar a cabo aquellas tantas promesas de campaña- ¿Para qué si ya estamos montados en la silla?-. El objetivo es contentar a la sarta de compinches que apoyaron en campaña al actual inquilino del palacio. Contentarlos y mantenerlos lucrando: que eso es lo verdaderamente importante. Lo demás era una simple colección de eslóganes para endulzarle el oído a los incautos votantes.
Esa es la razón fundamental porque el mandatario no tome acciones radicales ante los errores y escándalos en los que “muy de vez en cuando” incurren sus altos colaboradores.
¿Por qué una de sus viceministras tiene que pagar por los deslices en los que se ve envuelta su mascota? Porque fue a la mascota a la que vieron paseando con el escolta, no a la vice. A esa misma mascota que en nada ayudó en campaña, muy al contrario de su dueña, que dio sus mejores y más proselitistas esfuerzos antes de las pasadas elecciones.
¿Por qué va a exigir la cabeza de uno de sus ministros por el simple hecho de nombrar en un puesto de importancia a uno de sus sobrinos? ¿Desde cuándo el amor a la familia pasó a ser tan terrible pecado? ¡Santos nexos familiares! Pelemos el ojo porque como pueblo estamos cayendo en unos niveles alarmantes de insensibilidad a los valores que adornan a la familia.
En estos momentos estamos al inicio de uno de los períodos presidenciales que escribirá paginas de oro en los anales de la democracia local, y aún la mundial. Un período presidencial donde no se exige un cerebro deslumbrante para escalar a las posiciones predominantes del estado, ni siquiera se exige que el personaje que escala posea una inteligencia promedio. Sólo se requiere, además de los nexos comerciales, una amistad a toda prueba. Un sometimiento a palacio sin dudas ni fisuras. Y aquél que demuestre poseer estas cualidades sobrevivirá en su puesto muy por encima del clamor y el descontento populares.

Porque afortunadamente para nosotros el jefe de las garzas es de una lealtad envidiable. Una lealtad que esta muy por encima de sus promesas al electorado en cuanto a honestidad y transparencia. Aunque esa lealtad la confunde la masa con falta de carácter. Y aún osan acusarle, injustamente, de blandengue: de patrocinador de sinverguenzuras. ¡ Pueblo malagradecido!

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